domingo, 29 de junio de 2008

Canto del Galadan Errante

Arganthonios Tagore

He aquí nuestro destino, he aquí nuestro papel en esta representación
Somos el Vencido, aquel de quien hacen estatuas y efigies moribundo
El Derrotado, que será sometido por alguien que no acabará de entenderlo totalmente

Pero a la vez somos el Indomable, cuyo espíritu jamás será derrotado.
Porque, en este drama en el que todos tenemos un papel
A nosotros nos corresponde el de caer heridos de muerte

Pero en nuestra derrota estará la victoria, pues, nuestra sangre seguirá
Allá donde fue derramada, sembrando la vida, floreciendo
Cada primavera, resistiendo cada invierno

Se nos recordará, idealizados, con el tiempo
Y nos esgrimirán como símbolo de la libertad y la rebeldía
El nombre de quien nos domine y someta será execrado
Por sus propios hijos, quienes preferirán adoptar
Nuestro nombre, y querrán ser nosotros
Pues en parte serán nosotros, en parte llevarán nuestra sangre
Y así, el Vencido acabará siendo el Vencedor

Se puede someter el cuerpo, facilmente
No así el corazón

¿Qué puede dar mayor libertad,
Que saber que, hagamos
lo que hagamos
nos aguarda la muerte?

Pues si eso es así
Y si luchando
Como hombres
O huyendo
Como alimañas
Nos ha de
Esperar
Un mismo
Destino

¡Qué sea lo primero!
¡Ea! ¡A la batalla
Con dos
Cojones!

Canción del Pirata

José de Espronceda

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

«Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derechoy dé pecho
a mi valor.»

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.